El humanismo promovía la entronización del
ser humano, no solo como elemento indispensable en torno al cual giraba la vida
social, sino también como centro del universo.
Dándole énfasis en la responsabilidad del
propio hombre para darle sentido a su vida, sin recurrir a la existencia de un
mundo trascendental o un Dios.
Como consecuencia se considera al hombre como
centro y medida de todas las cosas. Desde un punto de vista filosófico el
humanismo es un actitud que hace hincapié en la dignidad y el valor de la
persona. Uno de sus principios básicos es que las personas son seres racionales
que poseen en si mismas capacidad para hallar la verdad y practicar el bien.
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